La experiencia de sentirse parte de algo muy grande, que
vibra con la música y que puede olvidarse de todo, como en un trance de paz y
belleza. La magia de una melodía escrita hace mucho tiempo, el descaro y el
acierto de hacerla sonar nuevamente, de escuchar como esos dedos en especial
acarician y golpean el teclado de un piano negro, lustroso.
El se da cuenta de lo que hace, no se puede ignorar el
corazón y la energía que miles de almas le dedican esta noche a sus cantos. El
debe saber que es un brujo, que toma la atención de las personas y es capaz de
elevarlos, de arullarlos hasta los parajes más psicodélicos de su imaginación.
El ha conseguido el poder de mostrarle a los demás el contenido de su corazón.
Mientras nosotros vemos sus manos arrebatar con dulzura los lamentos del piano,
el ve nuestro corazón latir, como miles de corazones, o como uno solo. Es la
misma cosa.
El mensaje, es lleno de color y transparente a la vez. El
color es la riqueza del sonido, la sorpresa de las armonías impensables. La complejidad
de un solo de guitarra o la simpleza del piano cerrando una canción. Lo
transparente, es cualidad del mensaje y su naturaleza. Es un mensaje de amor
puro, rebelión, esperanza, apetito de vida. Es transparente por que es el amor
su esencia y su fin dentro de nosotros. Nunca se modifica ni se altera en el
proceso de emerger del artista y aterrizar en nosotros. Es puro, lleno de
color, transparente.
Me ha hecho pensar algo mientras destroza el piano en medio
de fuego y colores. Se me llenan los ojos de lagrimas y escucho a mi voz
interior que me dice, más convencida que nunca “tal vez puedo cambiar el mundo”.
And, in the end,
the love you take
is equal to
the love
you make.

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