lunes, 7 de mayo de 2012

Uno de los cuatro


La experiencia de sentirse parte de algo muy grande, que vibra con la música y que puede olvidarse de todo, como en un trance de paz y belleza. La magia de una melodía escrita hace mucho tiempo, el descaro y el acierto de hacerla sonar nuevamente, de escuchar como esos dedos en especial acarician y golpean el teclado de un piano negro, lustroso.

El se da cuenta de lo que hace, no se puede ignorar el corazón y la energía que miles de almas le dedican esta noche a sus cantos. El debe saber que es un brujo, que toma la atención de las personas y es capaz de elevarlos, de arullarlos hasta los parajes más psicodélicos de su imaginación. El ha conseguido el poder de mostrarle a los demás el contenido de su corazón. Mientras nosotros vemos sus manos arrebatar con dulzura los lamentos del piano, el ve nuestro corazón latir, como miles de corazones, o como uno solo. Es la misma cosa.

El mensaje, es lleno de color y transparente a la vez. El color es la riqueza del sonido, la sorpresa de las armonías impensables. La complejidad de un solo de guitarra o la simpleza del piano cerrando una canción. Lo transparente, es cualidad del mensaje y su naturaleza. Es un mensaje de amor puro, rebelión, esperanza, apetito de vida. Es transparente por que es el amor su esencia y su fin dentro de nosotros. Nunca se modifica ni se altera en el proceso de emerger del artista y aterrizar en nosotros. Es puro, lleno de color, transparente.

Me ha hecho pensar algo mientras destroza el piano en medio de fuego y colores. Se me llenan los ojos de lagrimas y escucho a mi voz interior que me dice, más convencida que nunca “tal vez puedo cambiar el mundo”.

And, in the end,
the love you take
is equal to the love
you make.